Por: Felipe Rodríguez Marroquín
Colombia hoy cumple 210 años de independencia, pero no creamos que fue una independencia, eso no se logra en un día, una independencia real no es la conmemoración de un día en específico, una independencia no se acaba, simplemente se renuevan las causas de las cuales debemos independizarnos.
Hace 210 años, la causa de la cual se independizó (o empezó a hacerlo con cierta esperanza de lograrlo verdaderamente) Colombia, fue el yugo de los españoles. Este hecho que empezó con una pelea por un florero -o esa fue la excusa que usaron- y terminó con la firma de un acta de independencia marcó la razón de la celebración de este día en que todos sacamos la bandera y nos ponemos la camiseta, sin embargo fue solo el inicio de un proceso de construcción de una patria a la que constantemente le llegan nuevos yugos que intentan y logran dominarla.
Al poco tiempo empezó en Colombia otra causa de esclavitud: la división política. Después de lograr zafarnos del dominio español, los mismos que firmaron ese acta hace 210 años no lograron ponerse de acuerdo y empezó esa violencia bipartidista que azotó por más de 100 años al país, Gólgotas, Chulavitas, que no daban tregua a su sed de venganza y de poder. Empezó ese periodo en que Colombia cambió de constituciones como de presidente, una más liberal que la anterior, una más conservadora que la anterior, una federalista y la otra unitaria, época en la cual la opción de Gobiernos paritarios no estuvo nunca sobre la mesa, porque todo lo que pensara distinto a nosotros olía feo.
Hasta que llegó 1886, una Constitución de marcado origen conservador, de Gobierno unitario y centralista, olvidada de las regiones y de esa diversidad tan característica de nuestra patria, lo cual recrudeció esa violencia inclemente entre liberales y conservadores, lo cual solo significó una cosa: más enfrentamientos y más muertos.
Esa violencia y división política nos esclavizaba una vez más, ya Colombia era libre del dominio español, ya podía tener un proyecto propio de construcción, pero no fue así, adentro había más divisiones que no permitieron salir adelante como pudimos haberlo hecho, necesitábamos una segunda independencia de nuestras propias divisiones, las cuales abortaban cualquier prospecto de país unificado.
El país se seguía viendo de arriba hacia abajo, olvidándose del ciudadano, del campesino, del artesano, del indígena, del afrodescendiente. Colombia se enfocó en el tinte de la Constitución, en palabras de Hernando Valencia Villa en Cartas de Batalla: Nuestro pecado original fue adoptar ideas, estructuras y normas ajenas e imponerlas en una realidad mestiza e insumisa. Que ha permanecido inestable y conflictiva hasta nuestros días en la medida en que sus condiciones materiales no encajan dentro delas formas imperantes del Estado y del Derecho. Colombia se mantuvo esclavizada por esa división, la cual siguió dejando de último al ciudadano, excepto en el rol de víctimas, pues siempre fueron los primeros en caer por esa sed de venganza y opresión a la visión ajena.
Este dominio de la división política hizo que naciera otra razón para independizarse que causaría gran dolor a nuestro país: el surgimiento de guerrillas. El olvido al pueblo generó que nacieran grupos insurgentes que buscaban representatividad, los cuales luego abandonaron cualquier fundamento ideológico y encontraron en las armas y en la intimidación un millonario negocio del cual harían su sustento de vida, atormentando día y noche a cientos de miles de colombianos víctimas suyas.
Sin habernos independizado de la violencia y división, llega a Colombia otro dominio: el narcotráfico. Este nuevo yugo se encuentra con la violencia ya imperante y se vuelven uña y mugre, trabajando en conjunto, dominaron aún más a este país que se había ‘independizado’ hacía muchos años. Y, aunado a lo anterior, el narcotráfico y la violencia encontraron un país inestable que siempre se había olvidado del ciudadano, por lo cual encontraron un eslabón perfecto para perpetuar su dominio: un pueblo olvidado y sin oportunidades.
Encuentran jóvenes sin oportunidades y les presentan una quimera de éxito, de dinero fácil. Esos jóvenes se ven seducidos por esa posibilidad de comprar una casa para su mamá, de comprarse un carro, de salir adelante, con solo disparar, con ‘coronar un viajecito’, con ser el más intimidante y con menos corazón.
Con este dominio llega un nuevo dominio, un dominio más grave que los anteriores porque no es externo, no son los españoles, no son los gólgotas o los cóndores, viene adentro de los jóvenes, está al acecho de cada niño que nace en Colombia: la mentalidad del dinero fácil. ¡Y aún así, se nos sigue olvidando el pueblo!
Finalmente, no podemos dejar de lado otros yugos que nos siguen azotando en el día a día, que surgieron por los yugos que ya nos dominaban y que cada vez empeoran más y más: la corrupción de nuestras instituciones, la falta de educación y de justicia.
Colombia celebra hoy su independencia, su primera independencia. Pero no podemos creernos el cuento de que ese día todo acabó, ese día todo apenas empezaba, empezaba ese sueño que traemos todos dentro que es un país donde podamos vivir tranquilos, un país próspero, un país más feliz -realmente feliz-, un país en el que todos tengamos el mismo punto de partida para cumplir nuestros sueños.
Hoy saquemos nuestra bandera, ese apoyo lo necesitamos más que nunca, sintámonos orgullosos de ser colombianos y comprometámonos una vez más con ese sueño común, todos los días. Colombia necesita de dos virtudes que todos los colombianos llevamos dentro: la resiliencia y la creatividad, hoy más que nunca, atravesando una pandemia que nos tiene ad portas de la mayor crisis económica, tenemos que ponernos la 10 por Colombia y pensar cómo ayudaremos a salir adelante.
Colombia sigue esclavizada, sigue bajo muchos yugos, los invito a que cada uno de nosotros pensemos en cómo vamos a poner nuestros talentos y nuestros sueños al servicio de esta patria a la que todo le debemos. Porque Colombia podrá ser pobre, desordenada, dividida y chueca, pero es nuestra patria y tenemos el deber de dejarla un poquito mejor que como la encontramos, por ayudarla a liberarse de esos pesados grilletes que lleva en los pies y no la deja caminar.
Por último quiero recomendarles un poema, una canción y una película para que sintamos a nuestro país.
¡Feliz día de la primera independencia de Colombia!
Una canción: Yo me llamo cumbia (Mario Gareña)
Una película: La estrategia del caracol (Sergio Cabrera) Un poema:
Al borde del camino, los dos cuerpos
uno junto del otro,
desde lejos parecen amarse.
Un hombre y una muchacha, delgadas
formas cálidas
tendidas en la hierba, devorándose.
Estrechamente enlazando sus cinturas
aquellos brazos jóvenes,
se piensa:
soñarán entregadas sus dos bocas,
sus silencios, sus manos, sus miradas.
Mas no hay beso, sino el viento
sino el aire
seco del verano sin movimiento.
Uno junto del otro están caídos,
muertos,
al borde del camino, los dos cuerpos.
Debieron ser esbeltas sus dos sombras
de languidez
adorándose en la tarde.
Y debieron ser terribles sus dos rostros frente a las
amenazas y relámpagos.
Son cuerpos que son piedra, que son nada,
son cuerpos de mentira, mutilados,
de su suerte ignorantes, de su muerte,
y ahora, ya de cerca contemplados,
ocasión de voraces negras aves.
Llanura de Tuluá (Fernando Charry)
